Corría el año 7.112 del Funjin cuando se produjo esta historia que ahora vengo a recordar, y que fue mencionada por el sabio Confucio, en su antologia, ahora pérdida, de Historias de los Tiempos Remotos.
En un campo cercano a la ciudad de Whuan desde hacia mucho tiempo unos ladrones venían aterrorizando a los pobres campesinos, a quienes robaban sus ovejas, sus cerdos y el arroz de sus campos.
Estos ladrones pasaron años haciendo estas correrías hasta que, al final, un mandarin los atrapó.
Estos dos ladrones no eran mas que Papo Lodon y Liusixi, padre e hijo, los cuales se habían descarriado después de la muerte de su pobre esposa y madre, por los muchos disgustos de las malas cosechas del año 7101-7103.
El mandarin paciente
El mandarin, después de hacerles trabajar un año para la comunidad, una vez ya ante ellos, les dijo «no volvais a robar a los campesinos o sereis ahorcados» y los liberó pensando que se habían enmendado, pero, muy lejos de ello, Papo London y Liusixi pronto reanudaron sus malandanzas atacando a los campesinos otra vez para robarles. Ambos malechores no despreciaban allanar en las casas de los amanuenses de los pueblos para vaciarlas, despojaban a los sastres de sus equipamientos, robaban a los orfebres sus artilugios, y eran, en fin, un tormento para todos los habitantes a varios cientos de kilómetros a la redonda de Whuan.
El mandarin, que sabía quienes eran estos asaltadores, se avergonzaba de haberlos liberado pensando que con solo un año de correccion Liusixi y Papo Lodon se habían enmendado.
De todas estas felonías nuestros protagonistas se reían jubilosos frente a la hoguera cuando estaban cocinando el cerdo que habían robado a una pobre familia que tenía cuatro hijos:
– «jaaa jaaaa, me voy a comer el codillo.» – se mofaba Liusixi.
– «jooojoojo, dejame la pata que es para mi.«- Replicaba jocoso Papo Lodon.
Y así, sobre poco más o menos que todos los días del año, estos dos bandidos hacían alguna de sus malas acciones.
Por todo ello el mandarin, Shuwiao, se tomó tan en serio la captura de estos bandidos reincidentes que formó una gran partida para detenerles definitivamente, lo que, finalmente, consiguio. No tuvo, Shuwiao, más que preparar una emboscada en la casa del herrero del pequeño pueblo de Tiki haciendo correr la voz entre los campesinos de que el herrero habia hecho un gran negocio y había ganado dos bolsas de oro para que estos desgraciados fueran de noche a su casa y le ordenaran altivos:
– «Danos nuestras bolsas de oro, estúpido herrero«.
En ese momento, en lugar de darles las bolsas de oro el herrero, entró en la estancia el mandarin Shuwiao con sus 20 soldados, y allí mismo les arrestó diciéndoles:
– «Habéis sido el tormento de los campesinos de esta región pero esta vez vais a ser ahorcados por el mismísimo Emperador que es el único que tiene el poder de hacerlo.«
La justicia del Emperador

Así las cosas, la comitiva del mandarin Shuwiao llevando detenidos a los dos maleantes ante el Emperador avanzaba por el camino a Pekin para pedir justicia.
El emperador, después de leer el informe del mandarin, y mirar consecutivamente a los criminales y a la carta, pensó: «°°Ya está aqui otro par de carcamales a los cuales deberé ahorcar, y esto con la necesidad que tiene el Imperio de hombres fuertes que puedan luchar en sus fronteras.°°»
Después de seguir mirándolos un rato, padre e hijo empezaron a mirarle y a mirarse entre ellos extrañados de que el Emperador no les mandara ahorcar de inmediato, finalmente el Emperador captó el verdadero carácter de los dos supuestos filibusteros, y se dio cuenta de que no tenian muchas luces por no decir que ni ninguna. Se habían quedado en una edad como la del juguete, y ellos pensaban que robar era como jugar y viendo la situación y calibrándola el Emperador, que era un hombre inteligente y con gran experiencia, tomó su decision; y levantando la voz enfadado preguntó:
– «Quienes son estos dos desgraciados? La descripción de los actos mencionados en la Carta, que son graves correrías pero no crimenes mortales, no encaja con el aspecto de estos dos personajes que habéis puesto ante mi.«
Y al no recibir respuesta a esta observación dijo casi para si mismo:
– «Bueno, no sereis ahorcados en esta oportunidad. Os vais a presentar voluntarios para ir a la region de Tonlan en el norte profundo, mas allá incluso que la Gran Muralla donde residen las tribus barbaras y moran los inmensas fríos. Allí deberéis cuidar la frontera pero os enviamos especialmente a ese lugar porque corre el rumor de que por esa zona merondea una bestia del frio primordial, muy peligrosa, mas incluso que los propios bárbaros de la frontera, y que podría maldecir al imperio. Nos gustaria que se nos informara sobre esta bestia y sus amenazas, id pues, esta es vuestra misión, y hacer todo lo que indique nuestro capitan de region ¿alguna objeccion?»
– «No emperador, ninguna, mi hijo y yo le damos muchísimas mercedes por vuestra clemencia, intentaremos estar a la altura de nuestra misión»-. Respondió con gran emoción Papo Lodon al Emperador.
Sin embargo, ya rumbo al norte padre e hijo volvieron a las andadas, aunque mucho mas comedidos. Podían robar un pedazo de pan a los mismos soldados que los cuidaban pero no mas, por ejemplo renunciaron a intentar birlarles las llaves de los candados para huir porque esos soldados fácilmente les cortarían el cuello y si eso sucediera el Emperador simplemente se olvidaría del asunto. Así que dieron gracias a los soldados y a su suerte y dijeron para si:
–” ¡Ja, ja, ja! Esas mismas historias de bestias del frío las lanzamos nosotros a la población y a los campesinos, precisamente para robarles mejor. Iremos a esa zona de la frontera como nos mandan, estaremos un tiempo tranquilos haciendo como que luchamos contra esa temible y abominable supuesta bestia del frío. Y luego nos largaremos saltando alegres.«
En diciéndose esto, se reían a grandes carcajadas pero tapándose la boca para que no les oyeran los soldados.
– «¡Sí, sí, bestias del frio con la cola en llamas y una vela dorsal como la de los peces espadas!»
– «Con diez brazos con diez garras cada zarpa! ¡A que sí, sí, ja, ja, ja!».
El capitán de la frontera

El capitán de la guardia y protector de la frontera era un hombre esmirriado y muy seco, cetrino… peligroso de verdad. Su mirada era la de un hombre malvado, un hombre como el que se espera que ha de ser aquel que cuida la frontera por el bien de todos, pero aparte de eso tenía ese algo que te dice que es un soldado que ha visto cosas horribles que nadie podría presenciar sin endurecer terriblemente su carácter.
A este duro capitan de frontera, nada se le pasaba desapercibido, ni siquiera una ardilla escondida y en silencio metida en un tronco, y menos las risas y mofas de los exbandidos Liusixi y Papo Lodon. Se fue a ellos y se sentó a su lado mientras cogía un cuenco de arroz y, también riéndose, les dijo con una siniestra camaradería:
– «Pronto descubriréis quién es esa bestía, jajaja. Yo la oigo rugir desde lo profundo del bosque todas las noches y la he visto dos veces, y en una que luche contra ella casi me mata, aunque pude huir gracias a la cuerda de salida del fortín que pronto conocereís, y en el segundo enfrentamiento la vi haciendome el trabajo de masacrar a unos barbaros asaltantes, ¡jaaajaaajaa!»
Padre e hijo se miraron incómodos pero cuando se fue el capitan de la frontera pensaron «°°seguramente solo quiere asustarnos°°«, y siguieron riendose.
Llegados a la cumbre de los cerros se veía un paisaje de inmensidad, era una pared plana con una pequeña cabaña pegada entre dos montañas inmensas que unos barbaros trepando con una escalera podrían subir con relativa facilidad, y en la cual no se podía poner una muralla por la mala forma del terreno, aunque este fortín estaba tan perdido que seguramente los barbaros no atacarían por hay. Luego había una pequeño prado verde oscuro entre las paredes de las dos montañas, y en frente un bosque profundo de taiga, pero si aguzaba uno la vista podía llegar a ver su final, un horizonte infinito de profunda tundra siberiana.
El duro capitán de frontera bajó a los ex-condenados con una cuerda a ese paraje y les dijo:
– «Tenéis que defender este tramo de la frontera del Imperio, como prometisteis al Emperador, desde esta cumbre hasta aquella cumbre por abajo. No queremos que pasen por aquí, ni los bárbaros ni la bestía del frio, donde no puede haber muralla. Por eso es tan importante este tramo, nuestra compañía pasaremos todos los meses con un canasto de provisiones para daros. Y vosotros ahí abajo nos defenderéis de la bestía del frío…y de los bárbaros que puedan venir»
Al llegar abajo, Papo Lodon y su hijo cogieron las hogazas de pan y los muchos cuencos de arroz junto con la soja que les regalaba el Emperador para que se sostuvieran mientras defendían su zona de la frontera…
-… ja, ja, ja, ja, de la bestia del frío, ja, ja, ja, ja.
Y así jocundos y mercuriales se metieron en la cabaña de madera que habia habido siempre, desde siglos inmemoriales, en esa zona de la frontera.
El peligro de los osos

A las mañanas los dos compinches hacían el paripé de estar haciendo ejercicios militares para defenderse de la bestía del frío por si les vigilaban los soldados… y a veces se escuchaban las carcajadas del capitan ante el cómico espectáculo mientras, a las noches, sabiendose solos, a grandes carcajadas los truanes se reían de la credulidad de los pobres tontos imbéciles de los soldados.
-… ja, ja, ja, ja, de la bestia del frío, ja, ja, ja, ja.
Los soldados iban a venir cada mes para darles provisiones y armas, pero después les quitarían de nuevo la cuerda de ascenso para que no pudieran regresar sin cumplir su obligación de defender al Imperio ante la bestia del frió.
-… ja, ja, ja, ja, de la bestia del frío, ja, ja, ja, ja.
El padre, que no era muy sabio, cuando recibían esos dones mensuales del canasto de comida, Se reía ante su hijo y decía:
– «Hemos dado con el empleo más maravilloso de toda la historia, Nunca hubiéramos robado nada si nos hubiéramos encontrado antes con unos panolis tan inmensos como el celestial Emperador y el capitán de la guardia de frontera de Tonlán.«
– “La próxima vez les pediremos más sake, ja, ja, ja, ja, ja.» – Aportaba de manera apabullante con la boca el joven Liusixi.

Y cogían grandes porciones de arroz y se los metían alborozados en la boca con gran gozo.
Pero cinco días despues de su lolegada, a la mañana, cuando bajaron al arroyuelo vieron una cosa brillante entre los juncos: Podría ser oro, podría ser algo suculento, pensaron. Se acercaron allí y, cuál no fue su sorpresa al ver el rostro de un esqueleto deformado de forma extraña, como si su piel se hubiera fundido mirando al cielo tras haber visto algo horrendo de verdad. Era un bárbaro muerto.
– «Ni siquiera pudo llegar a la, la, la, la frontera!». – Dijo Liusixi tartamudeando, muerto de miedo y temblando mientras recordaba las palabras del capitán.
– «Ya ves, tenemos que estar atentos contra los osos. Pueden atacarnos. Sí, es cierto» – Dijo el padre, nada convencido de si mismo, mientras intentaba apartar la mirada y olvidarse de las palabras del capitán.
– «Tenemos esta lanza. Si viniera un oso, le pincharíamos con ellas, y ademas contamos con estos bonitos arcos» – Dijeron a la vez padre e hijo para luego salir corriendo a la cabaña a pesar de que el esqueleto del barbaro llevaba años ahí tirado y de que tenía colgado de la mano un precioso collar de bronce.
Así pasaron medio año durmiendo y comiendo felices sin otro mayor incidente, no habían sido ahorcados seguramente por pura chiripa y el único incidente, no fue muy grave, había sido este que, en realidad, apuntaba a la presencia de algún oso en las proximidades. ¿Podia ser más bella la vida de estos dos ex-ladrones, ahora guardianes adelantados y exploradores del Imperio? El único mínimo inconveniente era el frío, pero que con un poco de saque y muchas mantas no molestaba tanto.
Una noche de tempestad hasta el mismo cielo y la tierra parecía tener miedo de algo extraño, pero nuestros audaces ex-ladrones no tenían miedo y se reían plácidamente a grandes carcajadas.
–¡Ahh! Se estremecerá la tierra, pero nosotros comeremos grandes cazos de arroz y beberemos generosos tragos de saque, como hasta ahora, gracias al celestial panoli del Emperador.
Decían estos peculiares guardias de fronteras reclutados por el mísmismo Emperador, mirando por la ventana cómo los copos de nieve iban cayendo sobre el bosque y cómo el horizonte de tempestad, que tan corto era cuando la nieve caía, se iba acercando más y más.

De pronto apareció un oso corriendo en su dirección, sin embargo, no les hizo el menor caso, sino que acelerando y pareciendo enormemente asustado siguió como ciego de pánico galopando hacia adelante, hasta desaparecer en la espesura de bosque. Esto no le gustó al padre que no era precisamente sabio pero que tampoco era tan tonto como parecía.
– «Hijo, cuidado, nunca he visto algo tan extraño como un oso aterrorizado.»
– «¿Qué está ocurriendo aquí?…tengo miedo«
¿Qué estaría ocurriendo? ¡Qué enorme desgracia se esbozaba por entre los arbustos!
Salieron lanzas en mano dispuestos a hacer lo que fuera, las apretaban con fuerza y vieron aparecer un lobo pero este lobo se puso junto a ellos, y, muy extrañamente, como por instinto, ni siquiera tuvieron miedo del lobo sino que, al contrario, aceptaron su inesperada ayuda. Era como si intuyeran que una gran amenaza se cernía contra ellos.
No podían subir allá arriba, a la zona segura, puesto que los soldados no les habían dejado la cuerda de ascenso tendida, y además les tirarían una piedra si intentaran subir, diciéndoles:
– «Combatid a la bestia que para eso os hemos atiborrado a saque y cebado con generosas porciones de arroz de amplias parcelas dedicadas a vuestros estómagos insaciables.«
Pero, ay, los soldados ni siquiera estaban arriba y seguramente estarían en el Castillo imperial calientes y seguros sin importarles nada la situación de Liusixi y Papo Lodon.
Peor aún, tampoco era una opción meterse en la cabaña la cual, ante un peligro que aterraba incluso a un oso y a un lobo, poco podría ayudarles a ambos los dos, aunque era una tentación esconderse bajo sus camastros y olvidar la situación, como si por el deseo de que no fuera cierta la situación, imaginando que todo era normal como siempre volverían los grandiosos días de la felicidad, de los grandes sacos arroz deslizándose por la cuerda y los grandes tragos de sake.
De repente la maligna silueta de un ser bestial se perfiló en la nieve, tenía la altura de, por lo menos, cuatro veces su cabaña y era tan largo como cinco caballos puestos en fila.
– «Ese horrible animal, o lo que fuere, sería capaz de comerse a un… sería capaz de comerse a… Dios mio, a un buey entero y engullirlo como a un huevo, y también a un hombre y medio y un lobo enteros»-. Informó Liusixi aterrado.
El miedo era ya palpable y cuando la Bestía del Frío se les acercó, el lobo se lanzó con ágil gracia sobre la espalda de la criatura sin dudarlo. Le daba zarpazos con todas sus fuerzas continuamente en el lomo. Los dos hombres se quedaron un momento pasmados y luego, cuando lograron reaccionar, también se lanzaron al ataque. El hijo golpeaba con todas sus fuerzas en los bajos de la Bestia intentando hacerle perder la estabilidad y el padre se defendía con la lanza intentando clavársela en los ojos y en la boca. El ser era horriblemente fétido, tenía una gran cabeza que parecía una bola y varias bolas más a la vez alos lados, pero los dos ex bandidos jamás habían visto cabeza alguna con un mínimo de parecido excepto a estas, o solo quizás en algunos insectos monstruosos.
Iban a morir y el Monstruo ese se los iba a devorar a los tres y luego, luego devoraria a los soldados y después se devoraria a China entera por que ese Monstruo no era cualquier Monstruo, como mínimo era enemigo del dragón del emperador ya que ningún ataque servía de nada e incluso sus ojos, que eran mas duros que el diamante, refulgían de furia y malicia ante ellos.
En ese momento se vio una luz a lo lejos, un meteorito cayó muy cerca del campo de batalla, justo cuando el padre iba a ser devorado, y lanzó a otra extraña criatura que no era un hombre, ciertamente no lo era, pero tenía la silueta parecida a un hombre, excepto por lo que se atisbaba como una cola que se veia entre sus piernas.
La Bestía del Frio inmediatamente se olvidó del lobo, del hijo y del padre, no sin dar un gran zarpazo casi al azar, quitándole el brazo desarmado al padre, que grito de dolor. El hijo y el lobo siguieron atacándola, pero la Bestía ya únicamente quería luchar contra esa extraña criatura caida del ciélo. Esta sacó un bastón con una agarradera; lo dirigió hacia la Bestía y disparó de su punta algo que se asemejaba mas a un fuego artificial azul que a una flecha ardiendo.
Sin embargo, el ser malvado dió un salto sobre el pseudo-humano esquivando el rayo, y cayendo inmediatamente uno sobre otro se enzarzaron en un gran combate cuerpo a cuerpo. Liusixi, Papo Lodon y el lobo intentaron ayudar al visitante de los cielos a quitarse de encima a la criatura, lanceándola por los costados, mordiéndola los lomos y arañándole en todo lugar de su cuerpo, aun cuando no supieran que iría a hacer después con ellos si el visitante de los cielos venciera, pero con la certeza de que si este vencia no seria tan malo con ellos como la bestía.
La Bestía acertó a dar un zarpazo en el ojo al visitante pero esta extraña criatura celestial como respuesta le clavó unos cuchillos que tenía en los guantes en los ojos, y aprovechando que la bestia había quedado K.O la lanzó violentamente hacia un lado alejándola de sí, y le disparó varias de esas extrañas flechas de luz hasta finalmente tirarla por el despeñadero que termina en las rocas más abruptas del rio, cayendo sobre la bruma en las aristas de esas rocas y dando un gran grito de dolor. Pero la bestía se volvió a levantar ciega y con unos agujeros tremendos en el abdomen mientras rugia y hacia temblar el mundo. Pero el mundo le hizo temblar a ella; pues justo ahí le alcanzó una flecha que le atravesó el cráneo, luego el segundo craneo y el luego el tercero…
Alguien, desde la alta paramera, había disparado esas certeras flechas en la oscuridad.
Allí exhaló el horrible ser su ultimo suspiro pero, sorprendiendo a todos los presentes, se deshizo como una gelatina, y, a toda velocidad, se formó luego una espuma que finalmente parecía polvo y terminó por desaparecer.
En la lejania se veía brillar el fortín y, aún más arriba, refulgia el fuego de las antorchas de los soldados.
La experiencia había sido horrible. El padre estaba desangrándose y al borde de la muerte, definitivamente ya no estaba en la época del juguete.
El hijo estaba exultante gritaba:
– «¡Hemos ganado!» – Clamó el joven mientras ayudaba a su padre, Papo Lodon, a ir a la cabaña.
El lobo parecía casi como un cachorro asustado, pero feliz de haber encontrado a los dos ladrones que le habían ayudado a salvarse de la extraña criatura.
Y el semi humano visitante los miró con el ojo que le quedaba después de la batalla, dirigió el bastón contra ellos, pero, pareciendo pensar que en realidad habían sido buenos aliados, no les disparó y se fue adentrándose en el bosque espectral bajo la fuerte tormenta.
– «¡Soldados! !Soldados!¡Auxilio!¡Hemos matado a la Bestía!¡Soldados!¡Soldados de Tolar!¡Soldados de Tolar!¡Hemos matado a la Bestía!¡Tenemos la prueba!¡Tenemos la prueba!«
Los soldados de la frontera norte de la región de Tolar les lanzaron la cuerda de subida.
– «¡Subid! – Ordenó el duro capitan de la frontera, aun armado con el arco con el que había lanzado las flechas que hicieron los desgarros definitivos a la bestía .- Lo hemos visto todo, fue horrible…pero quizás el emperador necesite alguna prueba de física»
– «Solo tenemos una prueba, Este lobo que viene con nosotros».
Los subieron al fortín y, tras unos dias de recuperación, decidieron enviarles otra vez a la capital del Imperio después de haberles dado generosos tragos de sake y grandes porciones de arroz…
En la despedida, padre e hijo se dieron la mano con el capitan y este les dijo:
– «Habéis hecho un buen trabajo, estoy seguro de que el emperador sera benevolente con vosotros, quizas demasiado benevolente»- Apostilló guiñándoles el ojo.
– “Señor capitan, ¿como consiguió acertar a atravesar con las flechas los cráneos de la Bestía del Frío a tanta distancia?»
– «No lo se» – Respondió con sencillez, aunque claramente sí lo sabia.
Dos meses depues, Papo Lodon, su hijo Liusixi y el lobo llegaron a Pekín.
La historia de ese combate llegó al emperador, quien tras leer la carta, quiso ver a los antiguos ladrones pero ahora héroes de la frontera.
– «Jajaja, vosotros ya no vais a ser más ladrones. Vosotros sois los héroes de la frontera del frio, la noticia ahora esta recorriendo de este a oeste y seguro que ya ha llegado hasta Japón y los reinos colindantes, por eso ya no sois ladrones si no que sois señores de la frontera y dignos subditos del Emperador.»
El padre le contó al Emperador sus nuevos planes de vida:
– «Señor Emperador, mi hijo y yo estábamos pensando que quizás ya sea hora de irnos de China. Esta muy bien ser señores y tener un feudo en la frontera del frio pero hay mucho mundo ahí fuera como para quedarse parados. Nuestro verdadero problema era que teníamos poca aventura en las venas, no se si me explico, nos gustaria irnos al oeste, a la India y luego ya veremos, por donde nos lleve el viento»
El Emperador, sorprendido, dijo:
– «Si así lo deseaís podéis hacerlo, partiréis mañana mismo, cuando todos los preparativos estén terminados, hacia el Oeste.«
Y los dos exbandidos, ahora eximios guardas fronterizos, fluyendo en las calles de paises de muy lejos, donde son adorados dioses extraños y de donde vienen las historias más fantásticas, como la de dos viajeros que recorren la Tierra con un lobo yendo en armonia con el Sol hacia donde les lleva su alma por las tierras de Dios.
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